segunda-feira, 26 de março de 2012

Clase 06. Sartre, el hombre y las cosas


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06. Sartre, el hombre y las cosas


06.1- ¿El filósofo más grande?;
06.2- ¿En qué sentido puede hablarse del olvido de Sartre?;
06.3- ¿Quién fue Sartre?;
06.4- ¿Cómo entiende Sartre a la consciencia?.


06.1-¿El filósofo más grande?

En este encuentro vamos a hablar de algo, que es enormemente placentero para mi, que núnca creí poder hablar por televisión. Fue mi maestro. Hoy es mi intelectual faro -como se dice-. Hubiera querido ser él. Trato de imitarlo.

Si Heidegger es el filósofo más importante del siglo XX, "Él" es el más grande. También es el más olvidado en estos momentos tristes de la Historia del Pensamiento. Me refiero al filósofo francés Jean-Paul Sartre, que nació en 1905, y que hizo de la Filosofía un arma de compromiso con las luchas sociales y políticas de su tiempo. Y de la Literatura, también.

Creo que fue más grande Filósofo que literato. Aunque no hay que desconocer que una novela como "La náusea", es una novela excepcional, es una de las grandes obras del siglo XX. Su teatro también es muy impotante, se sigue representando. Sus artículos. Todos sus compromisos a lo largo de su vida... El compromiso con la Resistencia Francesa, el compromiso en la posguerra, el compromiso en la lucha de Francia con Argelia. Su Maoísmo, de la vejez.

Sartre tenía 66, 67 años y salía a vender por las calles de París un periódico maoísta, que editaban unos jovenes que estaban con él. Él lo vendía. Y les decía a los pibes: "Qué lástima, me duelen mucho las rodillas pero voy a salir a venderlo igual". Y la gente se encontraba en la calle con Jean-Paul Sartre que le decía: "¿Quiere comprar el periódico maoísta?.

Creo, creo también, que hoy estaría dando clases de Filosofía por televisión. Creo que la necesidad de Sartre de transmitir lo que él sabía, y lo llevaba a transmitirlo por todos los medios posibles, porque se daba cuenta que era muy importante llevarle a la mayor cantidad posible de gente, la certeza de que el hombre vino a este mundo para ser libre.

Para ser libre.

En consecuencia, publicó novelas, escribió obras de teatro, publicó grandes ensayos filosóficos, viajó, se equivocó, se equivocó, y acertó muchísimo, y es también, algo inusual entre los filósofos, un escritor excepcional, un estilista maravilloso, un gran escritor que ganó el premio Nobel a comienzos de la década del 60, y como era Jean-Paul Sartre, lo rechazó.

Vamos a empezar a hablar de su filosofía. Porque hoy hay un olvido de Sartre. Hay un olvido de Sarte. ¿Por qué Sartre está olvidado? Porque Sartre les dice a los Señores académicos de hoy, les dice: "Mire, la Filosofía no es para apoltronarse en las Universidades, la Filosofía es para sacarla a la calle, la Filosofía tiene que comprometerse con el barro de la Historia". Yo acabo de sacar un libro, de ochocientas y pico de páginas, que se llama "La Filosofía y el Barro de la Historia", y es un título sartreano, "La filosofía y el barro de la historia". La Filosofía está para ensuciarse. No está para los papers académicos, digamos para los congresos internacionales a los cuales los filósofos viajan en clase business, por ejemplo, y cobran sueldos muy buenos en las universidades del primer mundo... Y acá, bueno, digamos, siguen linealmente lo que viene desde las universidades del primer mundo.

Sartre era un creador constante. Era un fanático de las anfetaminas, las combinaba con cerveza, lo cual no es muy saludable. Y era un autodestructivo profundo.

Pero su formación fue terriblemente rigurosa. Fue, creo, el filósofo francés que más rigurosamente se formó. En 1933 viaja a Berlín para estudiar la Filosofía de Edmund Husserl, la Fenomenología. Y ahí también estudia, estudia muy profundamente "Ser y tiempo". No se enteró para nada, de lo que pasaba en Alemania. En 1933, él era muy joven y estaba totalmente devorado por su lectura.

Introduce La Fenomenología en Francia, con un texto excepcional, de 1938, que se llama "La trascendencia del ego". Este es el texto que introduce la Fenomenología en Francia aunque, es bien cierto que hubo unos cursos muy famosos de Alexandre Kojève, un filósofo ruso, que comenzó a dar unos cursos sobre Hegel y "La diléctica del amo y del esclavo". Y a esos cursos asistieron personajes como: Jacques Lacan, Raymond Queneau, Maurice Merleau-Ponty y otros. Y Sartre consiguió los apuntes. De modo que Kojève marcó a toda esa generación francesa y marcó también a Sartre.


06.2- ¿En qué sentido puede hablarse del olvido de Sartre?

Podemos ver un poco el olvido de Sartre, en un pequeño y trascendente episodio que me pasó, y lo voy a contar brevemente. Hace un par de años se publicaron en Alemania dos novelas mías. Y salió una crítica. Y la crítica, con un afán de elogiar al autor de la novela, que era yo, decía: "El Umberto Eco argentino". ¡Yo me sentí mal!, ¿Qué Umberto Eco argentino?, ¡El Sartre argentino!, si me dicen algo, diganmé el Sartre argentino, -Aparte, núnca me creería el Sartre argentino porque no tengo, honestamente, ni el diez por ciento del talento que tenía Sarte- Pero si uno busca algo... quiere ser Sartre y no Umberto Eco, digamos.

Pero también eso revela el olvido de Sartre. Cuando tuvieron que pensar en un tipo que escribía ensayos, novelas o teatro, en fin, pensaron: "Umberto Eco". ¡Y se olvidaron de Sartre! que era el Filósofo que dió entidad a ese personaje filosófico ¿No?, que abarca todos los géneros, que está en todas las situaciones, que se compromete políticamente. Bue.

Sartre luchó, estuvo en la Resistencia Francesa. Estuvo brevemente en un campo de concentración. Y publica su obra cumbre, hasta ese momento, "El ser y la nada" (L´être et le néant), en 1943. Esa obra llega a la Argentina traducida medianamente, medianamente por Miguel Ángel Virasoro, en tres tomos. Y acá la cosa explota. El Existencialismo arrasa en Francia y en la Argentina, que es un país inquieto.

En Francia fue el movimiento filosófico de moda de la posguerra. Y Sartre era su gran estrella. Como dice Gilles Deleuze, en un articulo que se llama "Fue mi maestro", muy lindo artículo de Deleuze, en el que reconoce: "Fué mi maestro", y dice: "Sartre revolucionó todo. Salíamos de la guerra. Todo era terrible, sombrío, y empezó a revolucionar todo, a agitar todas las aguas. Sacó "Los tiempos modernos", una revista mítica excepcional. Comenzó a polemizar con todos. Escribió reflexiones sobre la cuestión judía, uno de cuyos párrafos dice (y escuchen bien el estilo de Sartre): "Si el judío no existiera, el antisemita lo inventaría".

Bueno, este estilo, contundente, compacto, que golpea, era el estilo de Jean-Paul Sartre. Bueno.

Están las cabs existencialistas, los sótanos, la cantante Juliette Gréco, para la cual, va Sartre, hasta escribe una canción. Forma una pareja abierta con la escritora Simone de Beauvoir, la autora de "El segundo sexo". Y aquí en la Argentina, lo reciben muy creativamente, Oscar Masotta, la gente de la revista "Contorno" y, por ejemplo, Juan José Sebreli, en ese momento muy, muy joven, y todavía sin haber adherido a López Murphy y a otros que adhirió después, porque bueno, no habían aparecido todavía, pero bueno, en ese momento era muy joven y estudió bastante bien a Sartre, (tanto que uno no se explica cómo...bue, cómo hizo otras cosas, pero bueno no importa). Ahí estaba en buen momento Sebreli, que después escribiría "Buenos Aires, vida cotidiana y alienación". Estaba Ramón Alcalde. ¡Estaba David Viñas!... Yo también tendría que decir que David Viñas fue uno de mis maestros, porque David Viñas es un discípulo, es un Sartreano argentino ¿No?. David Viñas escribe "Literatura argentina y realidad política", que es un fundamental ensayo argentino sobre literatura. Y escribe por ejemplo "Los dueños de la tierra", "Dar la cara", que son dos excelentes novelas de David que a mí me gustan mucho.

Lo que decía Sartre era, digamos, tenido muy, muy en cuenta. Por ejemplo, en "La Batalla de Argelia", la película de Gillo Pontecorvo, se muestra al general Matié, que es el general Masú en realidad, el represor de los insurgentes argenlinos, que los periodistas se le acercan y este general dice a los periodistas: "¿Y qué está pasando en París?", y le dicen: "Y, Sartre sacó otro artículo contra usted", Y el tipo dice: "Me pregunto por qué los Sartre están siempre en la vereda de enfrente". Y el periodista le pregunta: "¿Y usted, lo admira?". "No sé pero me gustaría tenerlo conmigo".

Y la frase es muy interesante. Porque ser Sartre es estar siempre en la vereda de enfrente. Esta es una frase de Eduardo Grüner, que también es un sartreano. Es un tipo barbaro, que piensa bien, es un apasionado sartreano Grüner, y Grüner dice: "Ser Sartre es estar siempre en la vereda de enfrente". Eso es ser Sartre.

Es decir, Ser Sartre es un tipo que está siempre contra el poder. No por un capricho sino porque considera que la Filosofía debe ser el ejercicio de la libertad. La filosofía de Sartre es la filosofía de la libertad del sujeto. El sujeto es libre.

Y el sujeto, al ser libre, siempre puede cambiar la Historia. Por eso uno ama a Sartre, porque Sartre dice esto: "El hombre vive alienado, pero antes de alienarse fue libre. Es posible la alienación porque antes existió la libertad. Lo que hay que hacer es volverla a conquistar". ¿Qué le parece esto?

Notable esto.


06.3- ¿Quién fue Sartre?

Después de "El ser y la nada", Sartre publica otras obras a las que llama "Situaciones". En esos libros recopila los trabajos que publica en "Los tiempos modernos" y en otros medios. Pero la obra que le sigue a "El ser y la nada" es una obra cuya historia merece contarse, y define al personaje que era Sartre. Que era... esencialmente feo, que era petizo, que tenía un ojo desviado, que era pelado casi. No tenía mayores encantos personales. Era sin embargo un gran mujeriego... Bueno, digamos que esto no tiene mayor importancia pero bueno, es parte de lo que él era y de su relación con Simone de Beauvoir. Era una relación abierta. Durante muchos años la relación de Sartre con Simone de Beauvoir fue un ejemplo de relación.

La relación de dos personas intelectualmente brillantes, que se respetaban y posiblemente se amaran, pero que se daban libertad la una a la otra. Entonces, Sartre decía: "Simone, esta noche voy a salir con una alumna". Y Simone le dicía: "Salí. Yo voy a salir con un alumno". Bueno, esto en la década del cincuenta era realmente... década del cincuenta, si hay década de moralina acentuada, es la década del cincuenta. Bueno, pero Sartre y Simone eran así, una pareja emblemática de la libertad de la pareja.

Luego de "El ser y la nada" y de distintos trabajos que va publicando, algunos fundamentales como "Materialismo y Revolución", lo que publica Sartre es el prólogo a las Obras completas del poeta homosexual Jean Genet. Ahora bien. Lo que tiene de curioso este prólogo es que las obras de Jean Genet están recopiladas en dos tomos. Digamos que entre esos dos tomos, tienen unas cuatrocientas páginas. El prólogo de Sartre tiene ochocientas, más o menos. O sea, el prólogo de Sartre a las Obras completas de Jean Genet es más largo que toda la obra completa de Jean Genet.

Este era Sartre. Y el "Saint Genet", comediante y mártir, es un monumento de la cultura del siglo XX.

Hay otra anécdota con el director norteamericano John Huston que va a Francia a filmar la película "Freud", que va a protagonizar Montgomery Clift, y bueno, ¿A quién va a llamar? Llama a Jean-Paul Sartre. Sartre lo va a ver y John Huston le dice: "Messieur, necesito un guión cinematográfico". Sartre había escrito algunos guiónes cinematográficos. Algunos se habían filmado. Entonces Sartre le dice: "Muy bien, dentro de tres días yo le voy a traer el guión cinematográfico que usted me pide". -Yo hice un montón de guiónes de cine, la verdad casi cuarenta hice. Cobré, no todos. Pero, quince se filmaron y unos cuantos conseguí cobrarlos-. En un guión cinematográfico... ciento veinte/ciento treinta páginas, digamos. Sartre le lleva a John Huston un guión de setecientas páginas para hacer la película sobre Freud. Huston, cuando ve el guión dice "¡Este hombre no tiene la más mínima idea de lo que es el cine!". Le había llevado una obra monumental sobre Freud en tres días, cuatro días. Entonces Huston comienza a hablar con Sartre y le dice: "¡Mire, yo no puedo filmar esto! ¡Voy a sacar una película de veinticinco horas con esto!". Sartre sigue hablando con él y de pronto le duele una muela. Y le dice a Huston: "¿Mr Huston, no puede llamar a un dentista?". Huston atónito llama a la gente del Hotel. Viene un dentista. Le saca una muela, mientras él sigue hablando con Huston. El dentista se va. Y él sigue hablando con Huston. Y se va a su casa. Entonces Huston dice: "¡Por supuesto! ¡Qué era una muela para Sartre!".

Para Sartre todo era pensar. Una muela no era nada.

Luego del "Saint Genet", que es esta obra gigantesca, genial, que trata el tema de la "bastardía", -que yo usé muchísimo para la película de Eva Perón, porque Eva Perón es una bastarda. Y en el guión de Eva Perón, Eva Perón dice todo el tiempo: "Quiero completarme a mi misma. Quiero darme el Ser. No quiero ser más una bastarda".- Bueno.

Ese es el análisis que hace Sartre en el "Saint Genet". El concepto de "bastardía" es fundamental en Sartre, porque el Ser nunca llega a completarse en el existente. Entonces, todos somos bastardos.

Hacia fines, de la década del cincuenta, publica "La crítica de la razón dialéctica", que para mí es su obra más excepcional- Y luego sufre una tremenda agresión por parte de todo el movimiento estructuralista, posestructuralisa.

Escribe el prólogo al libro de Fanon, que tuvo enorme importancia aquí, en la Argentina, para los sectores de la lucha armada.

Y finalmente, finalmente escribe su último libro. Un inmenso trabajo sobre Gustave Flaubert que se llama "El idiota de la familia", que llega casi a las dos mil páginas, y no llega ni a "Madame Bovary", la obra cumbre de Flaubert. Sartre escribe dos mi páginas sobre Flaubert y la interrumpe, porque no da más... y no llegó a "Madame Bovary".

Bueno, así era Sartre. Un desbordado genial.

06.4- ¿Cómo entiende Sartre a la consciencia?

El problema con Jean-Paul Sartre, desde el comienzo, fue el que muchos creían ser existencialistas y ser sartreanos, porque habían leído sus novelas, porque habían leído "La náusea", "Los caminos de la libertad", porque habían leído las obras de teatro ¿No?, "Las moscas", "A puerta cerrada", "El diablo y dios", muchas, muchas obras de teatro... (me estoy olvidando muchas) o, habian leído una pequeña conferencia de Sartre que se llamaba "El existencialismo es un humanismo".

Bueno, todos contentos. "Somos todos existencialistas". "Somos todos Sartreanos".

Pero no sabían nada de Sartre. Porque para conocer a Sartre había que leer su filosofía. Y la filosofía de Sartre es realmente muy difícil. Así que, estaba lleno de existencialistas que no sabían un pito sobre su maestro, digamos sobre la figura que los iluminaba.

Entonces, cuando se pusieron a hacer el esfuerzo de leer "La trascencencia del ego" o "El ser y la nada" se asustaron mucho, dijeron: "No entiendo nada de esto". Y ahí no dejaron de ser sartreanos, seguían hablando de las novelas. Pero es un autor que en sus textos filosóficos requiere enorme esfuerzo para ser aprendido.

Así que, vamos a ponernos muy serios y a tratar de transmitirlo.

"La trascendencia del ego" es un texto de 1938, que tal como lo indica su título, habla de la trascendencia de la cosciencia. Sartre es un filósofo de la consciencia. Es un fenomenólogo. Es un filósofo que parte de la intencionalidad de la consciencia. ¿Esto, qué quiere decir? Lo había aprendido en Husserl, el creador de la Fenomenología, en "Ideas I", "Ideas II". Esto quiere decir que la consciencia nunca reposa en si. No es el sujeto kantiano. La consciencia siempre está intencionando sobre el mundo. No tenemos una subjetividad en nosotros mismos, sino que nuestra subjetividad, nuestra consciencia, intenciona sobre el mundo. Es pura intencionalidad. Está arrojada sobre el mundo.

Vamos a dar un ejemplo. Un ejemplo que da Sartre. Da este ejemplo y da el ejemplo con el tranvía. Bueno, pongamos el tranvía. En la época de Sartre había tranvías. Sartre dice: " Cuando yo corro un tranvía para alcanzarlo, soy: "consciencia corriendo tranvía". No soy otra cosa. Porque la consciencia es consciencia de si cuando es "consciencia (de) mundo" -el "de" lo pone entre paréntesis-. Solo puedo ser consciencia de si, porque tengo consciencia de mundo. La consciencia y el mundo son correlativos.

Esto es fundamental: No hay una consciencia por un lado y un mundo por otro. Hay "consciencia mundo". Cuando yo corro el tranvía hay: "consciencia tranvía". Si en el momento de correr el tranvía, yo digo: "Yo estoy corriendo el tranvía"... lo perdí al tranvía, porque ahí aparece un momento del Yo. Es el momento de la reflexión, dice Sartre. Nadie puede decir "Yo estoy corriendo el tranvía" porque "Yo" es un momento derivado. "Yo" es un momento en el cual uno toma consciencia de que uno es un "Yo". Pero cuando uno corre al tranvía no está consciente de "Yo estoy corriendo el tranvía".

Es correr al tranvía al que quiero alcanzar: "consciencia corriendo tranvía". Entonces, cuando aparece el Yo es por la reflexión: Ah, Yo estoy corriendo al tranvía. Pero si digo "Yo estoy corriendo al tranvía" seguramente me detengo y el tranvía se va. La consciencia es correlativa con el mundo. "Hay consciencia de si porque hay conciencia de mundo".

Esto quiere decir que la consciencia está en reisgo en el mundo. "La consciencia está en reisgo en el mundo", gran frase de Sartre. La consciencia no es un lugar tranquilito como en el de las filosofías Idealistas. La consciencia se juega en el mundo porque está arrojada al mundo. No existe ningún otro lado más que "arrojada al mundo", entre las cosas, entre los hombres, en riesgo, en peligro.

Esa es la concepcion de la intencionalidad de la consciencia. Esta consciencia tiene un puro compromiso con el afuera. No hay un adentro. Sartre a las filosofías del adentro las llama las filosofías digestivas. La filosofía sartreana no es una filosofía digestiva. Si me lo permiten, es una filosofía Intencional. Es esta intencionalidad de la consciencia que consiste en arrojar a la consciencia hacia el mundo, lo que va a definir a la consciencia. Pero ¿Dónde encuentra su unidad la consciencia? La consciencia encuentra su unidad en las objetividades del mundo, en las cosas del mundo.

Entonces. No estoy yo por un lado, el sujeto del idealismo filosófico que va a constituir al objeto para ese sujeto. En Kant, ustedes recuerden que Kant decía: "Solo hay objetos para un sujeto", y el sujeto gnoseológico kantiano era el sujeto que reinaba sobre la realidad, que constituía a la realidad.

Bueno, la consciencia sartreana, nada de eso. Está arrojada al mundo. No constituye ese mundo. Está ahí arrojada, pero arrojada también hacia sus proyectos, porque el hombre es proyecto en Sartre, es puro proyecto. Y al estar arrojado al mundo, está arrojado al mundo porque es un ser proyectante.

Entonces, esa consciencia que está en el mundo, está en peligro, entre las cosas y entre los hombres.

En los próximos encuentros vamos a seguir con Sartre, para placer de todos nosotros, eso espero, y no dudo que así va a ser.



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