Volviendo atrás.
En honor a León Gieco, autor de estos
versos:
Del mismo barro
Cuando tenía sólo dieciocho
llegaba a Buenos Aires era marzo de neblinas
del tren bajé temblando
parecíamos todos del mismo barro
En 1969 tenía yo 18 años. La vida tenía un olor de
esperanza. Me iba a la escuela por la noche y no tenía miedo. Los milicos habían
cerrado las puertas del país a los brasileños. Vivian bien las multinacionales.
Como hoy. La IBM, las computadoras y el arte estaban en mi vida. La descubierta
del Blues: John Lee Hooker; Muddy Waters y Carlos Santana junto a Eric Clapton
y Alvin Lee. Los amigos de la calle eran la vida entre sonidos y libros. Entre
la pelota y canciones. Todo se manejaba en un universo de sueños. Fiestas y
bailes, chicas y enamoramientos.
Los almendros saludaban
al último gran verano lamentaban no hacer más sombra
a unos gatos naufragando
parecíamos esperanzas caminando.
quizás adentro del corazón.
Paz y Amor! Las risas sin motivos, los chistes locos,
como nosotros. 1968 y 1969 fueran años para ser vividos. Y nosotros de la Calle
Pasteur, en el Gonzaga en la Ciudad de Santos los vivimos. Como todos de nuestra
misma generación. Sin dejar pasar oportunidad de nada. Teníamos ganas de vivir.
Y se uno hablaba de la Dictadura, de pronto le contestaban: “Solo duele cuando
pienso.” Asi seguimos, ni alienados, ni en armas. Unos pocos, llenos de sueños:
justicia; amor; libertad…
Todavía quedaba algo
del libro de primer grado se saludaban los pelos largos
cuando en las calles se cruzaban
parecíamos todos del mismo barro.
Paz y Amor por las madrugadas. Milton Nascimento;
Chico Buarque; Marcos Valle; Paulo Sérgio Valle; Edu Lobo; Jorge Ben. Yo, Cabeto y Zé Roberto, el trío. El tiempo se iba
sin notar. Sentados en él solo, guitarra en mano, y el canto por el aire. Alegría
de estar vivos, juntos y cantar a los festivales.
Lucy traía unos diamantes
de un mundo inesperado Francia en colores del día domingo
marcha de los estudiantes
parecíamos esperanzas caminando.
Dónde quedó esa canción
quizás adentro del corazón. Nunca creímos todo lo que nos pasó.
Paulo Cesar Fernandes
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